6 de nov. de 2010

Dilma e Lula pela sexóloga

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El mundo|Sábado, 6 de noviembre de 2010

Entrevista con Marta Suplicy, sexóloga, feminista, ex alcaldesa de San Pablo y senadora electa por el PT

“Dilma sabe escuchar, pero es muy exigente”

Suplicy revela detalles sobre la personalidad de la presidenta entrante y del presidente saliente, analiza el debate sobre el aborto y la agenda del próximo gobierno y se alinea con firmeza detrás de Dilma: “Quiero ser su mano derecha”.

Por Santiago O’Donnell

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Suplicy dijo que las mujeres en el poder hoy son más femeninas que las líderes políticas del siglo pasado.

Desde San Pablo

Con el debido respeto, y sin ánimo de ofender a nadie, podría decirse que por belleza, inteligencia y calidez, Marta Suplicy es una política sexy. Senadora nacional electa por el Partido de los Trabajadores, el partido de Dilma y Lula, para representar al principal distrito electoral del país, ex alcaldesa de una de las ciudades más grandes del mundo, diputada, sexóloga, feminista, Suplicy es un símbolo brasileño de izquierda chic con compromiso social.

Nos recibe en su casa de Jardín Europa, el mejor barrio de San Pablo, en un living ecléctico y recargado, con sillones rojo furioso, chimenea y candelabros de plata, biombo chino, máscaras africanas, esculturas de Amazonia, almohadones hindúes y grandes cuadros abstractos y figurativos. Experta en el arte de decir sin decir lo que no quiere decir, Suplicy revela detalles sobre la personalidad de la presidenta entrante y del presidente saliente, analiza el debate sobre el aborto y la agenda del próximo gobierno, pero al mismo tiempo oculta cualquier crítica o diferencia de opinión que pudiera haber tenido en el pasado, para alinearse firme detrás de Dilma: “Quiero ser su mano derecha”.

Su nombre suena fuerte para ocupar un puesto en el futuro gabinete y Suplicy no lo descarta. Pero avisa que no está dispuesta a sacrificar su lucha en favor de la despenalización del aborto y el matrimonio gay. La entrevista duró una hora y no tuvo mucho desperdicio, por eso se editan las preguntas y el análisis de una campaña electoral que Suplicy tildó de “farisea”, “ridícula” y “muy poco politizada,” según ella de los dos lados, pero sobre todo por culpa de la oposición.

Diferencias entre el futuro gobierno de Dilma y el de Lula

–Son personalidades completamente diferentes con formaciones políticas y culturales completamente muy diversas, con respectivas consecuencias de virtudes y defectos diferentes. Ella tiene la personalidad más dura que Lula, entonces podrá enfrentar, tal vez, las reformas que hasta ahora no fueron hechas. La reforma tributaria y la reforma política, principalmente.

Lula es una persona que decide, pero demora para decidir. Ella creo que es más impetuosa a pesar de que escucha mucho, que tiene capacidad de diálogo, a pesar de lo que dicen. Yo conviví con ella. Escucha, pero es muy exigente, implacable con sus subordinados, con los ministros, con todos, en la excelencia de trabajo. Creo que su exigencia muchas veces puede haber creado ciertas aristas. Como ministra, probablemente. Pero como presidenta es más fácil hacerlo. Como mujer, si una mujer es muy dulce, hacen papel picado de ella. Yo fui alcaldesa de San Pablo, yo sé. Entonces creo que parte de su personalidad es así, pero parte tiene que ver con el ejercicio de poder siendo mujer...

Dilma es una persona muy reservada. Yo estuve muchas veces con ella en la campaña. No habla de las personas, no le gustan los chismes. Puede ser irónica, graciosa, pero no se abre nunca. Es lo opuesto de Lula. Lula habla mucho. Si usted conversa con Lula siempre sale con impresiones de muchas cosas porque habla de todo con muy poca reserva. Muchas veces lo hace para encaminar lo que quiere. Ella no.

Las mujeres y el poder

–Yo creo que en este siglo vivimos un liderazgo femenino muy diferente al siglo pasado, cuando los grandes liderazgos femeninos eran mujeres travestidas de hombre: Thatcher, Indira Gandhi, Golda Meir, y este siglo tenemos mujeres que son mucho más femeninas como Cristina Kirchner, Angela Merkel, Michelle Bachelet, y esto es muy bueno para nosotras. Al mismo tiempo, estas mujeres son mujeres que saben ser firmes, porque si no eres firme no puedes ejercer el cargo. Es un cargo que no tiene que ver con la cuestión de género, sino con una personalidad fuerte. Y se puede ser fuerte siendo femenina. Yo creo que Dilma en esta campaña fue más femenina de lo que jamás lo fue en su vida, porque no es una persona dedicada a la moda o la belleza. Y descubrió, ella no tenía la virtud de tener un peinado lindo o un maquillaje que la favoreciera, no era de su interés, y creo que cambió un poco. No tanto (se ríe), pero un poco.

Aborto, Iglesia e Igualdad de género

–La principal cuestión de la desigualdad de género no pasa por la descriminalización del aborto. Tiene que ver con la frase que dijo Dilma, que se vea con naturalidad la presencia de la mujer en el poder. Entonces, me parece muy importante que ella promueva a las mujeres y que tenga un gabinete con el mayor número posible de mujeres. Es muy difícil, porque no tenemos muchas mujeres fuertes en los cuadros partidarios y los partidos generalmente son los que nombran a los funcionarios, entonces va a ser imposible tener un gabinete como el de Bachelet: mitad mujeres, mitad hombres. Si fuera posible lo haría, y estoy segura de que va a hacer el máximo esfuerzo, pero no va a poder.

En cuanto al aborto, ella va a respetar su promesa de no llevar el tema al Congreso. Creo que va a depender del Congreso organizar el debate. Este es un tema difícil para la mayoría de los políticos, que tienen mucho miedo de la contestación de los religiosos. Yo no había pensado tener como tema principal las dos cuestiones que había trabajado mucho como diputada, que son descriminalización del aborto y matrimonio gay. Mi prioridad es ser la mano derecha de Dilma en la implementación de programas sociales para erradicar la indigencia. Pero en virtud de lo que pasó en la campaña (dominada por un debate amañado y electoralista sobre el aborto) creo que voy a tener que retomar mis temas más pronto de lo que pensaba. No sé si tendré que esperar hasta después del tratamiento de las reformas tributaria y política, que seguramente tendrán la atención de los senadores y también la mía, pero no podemos dejar que de aquí a cuatro años tengamos que tratar el tema nuevamente en la próxima campaña presidencial.

La Iglesia hace mucho que no habla de profilácticos y anticonceptivos en Brasil. La Iglesia no toca esos temas, aunque siga las directivas del Papa, porque directamente no da. Se metió con lo del aborto porque Serra lo usó. En Brasil estaba siendo respetada la laicidad del país. Claro, si esto llega al Congreso, la Iglesia se va a manifestar, pero en un momento adecuado. Era un debate en el Congreso, no una campaña electoral. Si esos temas vuelven, creo que la Iglesia y los evangélicos también se van a posicionar de una manera muy dura, por eso no va a ser fácil.

Lula, Dilma y el PT

–Los dos ganaron con Dilma, tanto Lula como el PT. Hoy Lula es mucho más que el PT, pero el PT es el que fue reelecto. Lula propició la reelección, pero la reelección del PT, que sigue en el poder. Hoy Lula trasciende Brasil. Con el abrazo de Lula, Dilma tiene el respeto de todos; no fue cuestionada en ningún momento por el partido. Por su competencia y lealtad al gobierno de Lula después del “mensalao”, y por ser la persona que ayudó a Lula a planear Brasil y ejecutar sus ideas en estos ocho años. Va a ser como siempre fue. El PT siempre presiona. Presionó a Lula, va a presionarla a ella, porque los movimientos sociales no se pueden quedar quietos. Su función es justamente la de presionar para no quedar en una situación desfavorable. Ella sabe eso. Al contrario de Serra, que no tiene capacidad de diálogo y manda a la policía a reprimir a los profesores.

Hace algunos años, Lula me dice: “Marta, la próxima presidenta va a ser mujer”, y yo pensé que iba a ser Marina, Dilma o yo. Con el tiempo me di cuenta de que Marina no iba a ser, entonces pensé Dilma o yo. Después percibí que iba a ser Dilma y me quedé tranquila, porque percibí que Dilma era la persona que estaba allá todo el tiempo con él, y que estaba bien que sea así. Vestí la camiseta de Dilma y me puse a trabajar desde el primer momento que él dijo “Dilma”, y ella percibió eso. En situaciones normales siempre es mejor hacer una cosa más natural, pero cuando se tiene a un líder como Lula, nadie pensaría en nombrar a un candidato sin pasar por su anuencia y lo normal sería escucharlo. Lula planeó muy bien la estrategia. Eso no es diferente en otros partidos. ¿Cómo fue la candidatura de Serra? No hubo elecciones internas. Fernando Henrique se posicionó a favor de Serra, fue determinante. Es lo mismo.

El futuro de Lula y Dilma

–Lula va a hacer exactamente lo que dice: se va a dedicar a unificar los movimientos sociales de América latina y a ayudar a los países menos desarrollados de Africa, donde puede hacer una gran diferencia. No va a asumir un cargo en un organismo internacional, él dice que esos cargos diluyen liderazgos. En Brasil va a ayudar, pero creo que se va a dedicar a esas tareas y a liberar el terreno para Dilma. Ella fue electa por Lula, sin Lula nunca hubiera sida electa. Pero Lula nunca la hubiera elegido si ella no fuera competente. Por eso la jefa política es ella. Ella es mucho más brillante y capaz de lo que la gente tiene idea. Cuando la conozcan, verán que es mucho mejor que en los debates. Es una persona brillante.

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